Una lucha generacional que ha quedado nuevamente en manos de la vieja guardia, esa que hoy representó Rafael Nadal ante la sangre nueva encarnada por Stefanos Tsitsipas, un compromiso donde el número uno del mundo ha impuesto su ley de principio a fin, un dominio incontestable para el griego que nada pudo hacer ante el zurdo de 32 años.
Poco más de una hora y media de acción fueron suficientes para que el mejor del mundo en la actualidad sellara su triunfo por 6-2 y 7-6 (4) en la final del Masters 1000 de Toronto.
Pintaba como una definición de mucha emoción por lo que ambos habían mostrado en la semana, pero el de Atenas no pudo repetir lo hecho en los últimos días, quizá víctima de todo el cansancio acumulado tras derrotar a cuatro Top 10 de forma consecutiva en esta competición, una exigencia mental para un jugador de 20 años que emocionalmente y físicamente aún no está acostumbrado a tan alta exigencia.
Del otro lado de la red estaba el zurdo de 32 años, quien presentó la imagen de pasar un día más en la oficina, sin problemas, imponiendo su juego con un ritmo insostenible. El duelo comenzó con ambos ganando su saque sin ceder puntos, pero fue un espejismo, la "fiera" se soltaría minutos despúes.
Tsitsipas hizo lo que pudo dentro de todas sus capacidades, tiró, arriesgó pero aparecieron los errores y no contó con su primer servicio, ese que estuvo apenas al 48% de efectividad.
Por su parte, Nadal se mostró intratable con el saque, apenas perdió un punto de 17 disputados en toda la primera manga y tras roturas en el servicio del oriundo de Atenas en los juegos tres y cinco, selló en 33 minutos la ventaja inicial por 6-2, un set donde sumó doce tiros ganadores por seis errores no forzados, todo lo contrario para el griego que generó seis tiros ganadores por una docena de pecados.
No le encontraba respuesta Stefanos, descafeinado ante un picante Nadal que no sacó el pie del acelerador, buscando ahorrar tiempo y energías de cara a Cincinnati. Sumó un quiebre más el primer cabeza de serie de este torneo, todo en el inicio de un segundo parcial, una estocada que parecía dictar sentencia en la Cancha Central de esta Rogers Cup.
Sin embargo, el nuevo Top 20, Tsitsipas, tendría algo más para decir en el cierre de la segunda manga, se fue adelante 15-40 en el saque del español que no tenía el pulso necesario para cerrar el choque y que cedió su saque en la segunda amenaza que enfrentó.
Tsitsipas parecía despertar del letargo justo al borde del abismo para soltarse a jugar con todas sus armas y llevó al número uno del mundo al máximo en un cierre dramático donde el heleno tuvo hasta un punto para set.
Pero Nadal es Nadal, un tenista que también elevó sus prestaciones, sabía que no podía dejar escapar a su presa justo cuando casi tenía las manos sobre el botín. La fiera rugió varias veces con su clásico "vamos" en respuesta al altísimo nivel del griego que cayó con las botas puestas, demostrando un amor propio inmenso que solo pudo domar un jugador como el español.
Con la victoria Rafael Nadal suma su 33° corona de Masters 1000, cuarta en Canadá tras las consagraciones en el 2006, 2008 y 2013, un jugador que es el más ganador de la historia en este tipo de competiciones, un número uno del mundo que apenas juega su primer torneo en cancha dura de esta etapa del año tras Wimbledon, y desde los cuartos de final del Abierto de Australia.
Llegará a Cincinnati el tenista balear con la enorme confianza de ganar otro gran campeonato y con un impulso gigante para el último Grand Slam de la temporada, el Abierto de los Estados Unidos.