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Las finales fueron adelantadas en el tercer Major de la temporada, Wimbledon, que dejó enormes partidos para el recuerdo como el Nadal- Del Potro, Anderson- Isner, Federer- Anderson o Nadal-Djokovic; encuentros que dejaron no solo grandes emociones en compromimsos de altísimo nivel y que elevaron el listón en un torneo de sospresas y donde todo el desgaste físico y mental pasó factura a Kevin Anderson en la instancia decisiva.
Allí, en el mítico y sagrado césped de All Englad reverdece la carrera de un jugador que batalló con una complicada lesión y que ha recuperado el aura de campeón después de varios momentos donde todo pareció que todo lo conquistado era un sueño del pasado.
Pero este atleta, considerado uno de los mejores de la historia del deporte blanco, tiene la sangre y el alma para renacer en un escenario ideal como la Cancha Central de Wimbledon, donde donde un gigante despertó finalmente para reconquistar la gloria perdida, Novak Djokovic.
Después de superar a Rafael Nadal en uno de los partidos del año y de la historia de este torneo, ha llegado muy concentrado a la definición, sabía que tres sets lo separaban de su décimo tercer Grand Slam, sabía que haciendo su juego podía tumbar a un gigante sacador como el sudafricano, que llegaba a su primera final en Wimbledon y segunda de Grand Slam tras el Abierto de los Estados Unidos el año pasado.
El de Belgrado ha vuelto a revivir el sueño que tuvo de niño, levantar el trofeo de Wimbledon, ese que ha hecho suyo por cuarta ocasión en su carrera tras immponerse por 6-2, 6-2 y 7-6.
El de Belgrado comenzó a toda máquina, con muy pocos fallos, concentrado en su objetivo ante un rival que lastimosamente sentía el cansancio de tan duras batallas en las rondas anteriores, pero que luchó con gallardía hasta el último punto.
Djokovic dio el primer golpe desde el mismísimo primer juego, arrebatando al de Johannesburgo su arma predilecta, lo que daba un aviso del desarrollo de la instancia decisiva. El serbio jugó con un tenis preciso, con el que consiguió no solo el quiebre inicial, también en el sexto juego para firmar el set en tan solo 29 minutos de juego ante un Anderson que caía en errores no forzados.
La final comenzaba con un claro dominador.
En el segundo el libreto se repitió, "Nole" rompió en el primer juego nuevamente para condicionar el desarrollo de la manga donde sumó nuevamente un 100% de efectividad en quiebres para quedarse por cuarta ocasión con el servicio del sudafricano en el quinto game, uno donde Anderson cometió hasta 14 errores no forzados.
El 6-2, 6-2 ya estaba en el marcador tras otros 43 minutos de juego.
En el tercero la paridad diría presente para presentar el duelo que todos querían ver, un parcial que tendría a Anderson liderando el marcador y que tuvo su primera oportunidad de quiebre en el séptimo juego, pero con 30-40 Novak escapó por primera vez.
El sudafricano se soltó a jugar, a disfrutar del juego a pesar del cansancio y tuvo hasta cinco puntos para set, pero el balcánico escapó, manejando perfectamente su peor momento en el partido con el mejor de Anderson.
Frío, calculador, apareció el certero Djokovic en el desempate para desarmar a Anderson en el momento de más apremio, sacó distancia de 5-1, inalcanzable para un jugador que protagonizó una de las remontadas en la historia del torneo, pero que esta vez no podría ante un jugador que quería alzar su cuarto Wimbledon.
La bestia serbia renace de las cenizas tras momentos amargos, duros, que forjan y prueban el carácter, un jugador que vive una placentera realidad, premio a la constancia, lo que da más valor aún a este triunfo, ese que lo deja en el Top 10 nuevamente.
Novak Djokovic está de vuelta. Novak Djokovic celebra.
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